Su labor social y humana
Este nombre resulta muy familiar en toda la comunidad orensana, además de ser un pedacito de historia de un lugar casi centenario es, para su propietario, un baúl de recuerdos, anécdotas, experiencias, a la par de haber significado un medio de sustento familiar.
Ignacio Vicente Huizi, nació en un pueblo cercano, San Francisco de Bellocq, el 19/12/1945. En la segunda década de su vida, eligió a una orensana como compañera de “ruta”. De esta manera junto a ella, su esposa, Dora Llanos, perteneciente a una tradicional familia del lugar, comenzó a transitar “su propia ruta”, dándole a este pueblo que lo adoptó, tres hijos: Pablo, Néstor y Luciana.
Sus comienzos los transitó siendo camionero, trabajo que efectuó durante casi 30 años comenzando primero en su pueblo natal, y por recomendación de un amigo el Sr. Raúl Lotúmolo, luego se traslada en este mismo ramo, a esta localidad. Vivió con sus suegros hasta que logró comprarse su casa y ahí recuerda a otro gran amigo Quico Quinteros, quien le pasa el dato de esa vivienda, dónde actualmente vive. Viajes, ruta, familia, también fue propicio para que a través de esta rutina, pudiera conocer distintos puntos del país.
En una oportunidad el motor de su camión “se funde”. Desanimado por aquel infortunio, sigue adelante, instala un taller de baterías en su casa. Aquí se emociona: “mis dos grandes amigos, vienen a casa y me dicen, vos conseguí el motor que nosotros te lo arreglamos, y salís a las pistas otra vez”…. Ellos son Julio Haak y Juan Molina, ambos orensanos.
Su vida continúa entre baterías, cables, alternadores, herramientas, ….”hice equipos de luz para los campos –agrega-- también baterías nuevas, con la marca Orense”. Cuatro años hizo esta rutina, con eso logró los fondos para comprar el motor que sus amigos repararían. Una vez en marcha retoma sus viajes y va dejando su taller, no podía hacer las dos cosas a la par.
Ya va pensando en comprar un colectivo, que pueda prestar un servicio, y además pensando en sus hijos ya con edad de trabajar para poder dejarles su camión. Así fue que en Necochea compra un Ford 1968, que es el que utilizó como transporte escolar. Comenzó el 24/11/1989, llevando los chicos hasta la escuela Nº 47 específicamente, más de 20 años, pero también lo hizo con todas las instituciones escolares de la localidad llevándolos a diferentes ciudades, con viajes de estudio, encuentros, etcétera. También los pibes que jugaban al fútbol y básquet.
Un capítulo aparte se escribe además, por el servicio social y humano que brindó con su “Lobimar”en época de verano, llevando a disfrutar de nuestra playa, a tantos orensanos que a las 8 y 14 horas, todos los días lo esperaban en las distintas esquinas por donde el “Lobo” hacía su recorrido. Los fines de semana, hacía un viaje por la noche, para ir a Dunas Disco, regresando a las cinco de la mañana. También lo hizo con el Fiat 1994, que adquirió después, de color naranja. Aquí recuerda con satisfacción lo que sucedió: “en secreto realicé la compra de esta unidad compartiéndolo con mis hijos. Cuándo veníamos llegando a Orense, con uno de ellos, había autos, mucha gente al doblar para entrar al pueblo, al ir acercándonos, me di cuenta, se habían enterado y me estaban aplaudiendo, gritando, ovacionando, allí y luego en mi casa, otro numeroso grupo de gente celebrando mi nueva adquisición. Cuanta emoción, las lágrimas, los abrazos, todo me marcó, el abrazo que me dio y las lágrimas de Elsita Espinosa, no se me borrarán jamás. Después supe que a alguno de mis dos varones se le había escapado el secreto, y seguro en la gomería de Marito Pedone, donde estaban siempre, con arreglos y demás, y a través de Gabriela y Virginia Espinosa, docentes, ellos se habían encargado de correr la noticia y esperarme con tanta algarabía.” Con este hizo su último recorrido el 30 de enero de 2011.
Otra faceta de su vida, pertenece a Bomberos Voluntarios de Orense, fue bombero fundador en 1982, y luego de 25 años de servicio, se jubiló y hoy pertenece a la reserva de dicha institución.
“En todos estos años como colectivero lo que más me marco --dice Vicente-- fueron los chicos, que me atraparon con su cariño, respeto e inocencia.” Estos invadieron su corazón, con quienes compartió muchísimas horas de su peregrinar como chofer. “Me parece verlos, bajar corriendo, ayudarme con la leña, juntar piñas, rodearme en círculo, viendo como les cocinaba las hamburguesas, con sus caras de sorpresa y alegría”.
Vicente, Lobo, Lobito, Lobimar, has hecho una gran tarea en esta comunidad, te has ganado el respeto, el cariño y el recuerdo de todos quienes fueron tus pasajeros, (escolares, deportistas, veraneantes y todos quienes disfrutaron de tus viajes), y de este lugar que te tiene como un hijo más, gracias Huizi.!
Osvaldo Lanusse Arandía
0/05/2013