Mi
padre, Juan Constantinesco nació en Rumania en el año 1929. En 944,
cuando los soviéticos estaban a punto de invadir su país, tuvo que
abandonarlo suspendiendo sus estudios secundarios para unirse con su
padre, Virgilio Constantinesco en Francia, donde era cónsul de
Rumania en París. Allí continuó con su bachillerato
interesándose profundamente en la historia y literatura francesa,
grandes
influencias de su
vida. Mas
tarde, en
1948, al decretar Stalin el bloqueo a Berlín, el gobierno comunista
rumano relevó a mi abuelo en sus funciones, al percibir el hecho de
que él no simpatizaba con la ideología comunista. Frente a la
amenaza de una tercera guerra mundial, mi abuelo decide emigrar con
su familia para la Argentina en busca de la tan anhelada
paz.
Argentina les supo brindar aquello que los soviéticos les quitaron, su libertad de acción. Debido a su afán por el estudio y el progreso, papá aprendió rápidamente el castellano, y rindió libre los cinco años de la secundaria en el colegio Mariano Moreno, de Buenos Aires, en dos años y dos meses para luego ingresar en la facultad de Farmacia de la UBA. Mientras preparaba y rendía los exámenes contrajo enlace con mamá, Francesca Patachiuta también inmigrante en la Argentina, nacida en Rumania de origen griego. Para poder seguir estudiando debió hacer grandes sacrificios, puesto que su sentido de la dignidad le impedía solicitar ayuda a su padre. Su lema era: cualquier trabajo decente y remunerador, en cantidad suficiente para que no faltara lo necesario en su hogar. Era bueno ajustándose a los horarios que la facultad le exigía. Todo ese sacrificio y dedicación, le permitieron obtener su anhelado título de farmacéutico.
Una vez lograda la meta, papá aspiraba a una formación y mejor calidad de vida para su familia.
La elección llegó un día haciendo los trámites de su título en la universidad leyendo un pequeño cartel perdido entre otros tantos diciendo:
" ORENSE, PARTIDO DE TRES ARROYOS, PROVINCIA DE BUENOS AIRES
NECESITA FARMACÉUTICO"
y hacía allí se dirigió. Recuerda que era pleno invierno del año 1965, y llovía torrencialmente cuando llegó a Tres Arroyos. El señor Alberto Beguerie, baqueano en el manejo, lo trasladó hasta Orense por un camino barroso. El pueblito tenía la luz cortada debido a la gran tormenta. Se hospedó en el Hotel Colón, en ese entonces propiedad del Sr. Fadón. A la mañana siguiente salió el sol para recibirlo. Pronto descubrió su fascinación por esa Pampa tan nombrada en su lejana Europa, cuyas llanuras asombrosas ejercieron una notable atracción sobre él.
Decidió que ese iba a ser el lugar para instalar su primera farmacia. Tan pronto como pudo trajo a su familia, mamá, mi hermano Esteban de 1 año y yo de 8, y atrás nuestro, el camión de la mudanza del Sr. Valdez desde Buenos Aires.
Además del ejercicio de su profesión farmacéutica, se dedicó a los análisis clínicos ya que en el pueblo no había laboratorio y en ese entonces la ley autorizaba hacerlos a los farmacéuticos, creando así un libro con los grupos sanguíneos de los habitantes de aquí.
También ejerció la docencia desde el año 1968, desempeñándose en primer lugar como profesor de Francés, luego de Física y finalmente en Química.
En el año 1970 decide comprar al Club Alumni el local donde funcionaba la oficina de la gran rifa ¨LA NEGRITA DE LA SUERTE´´, para instalar allí definitivamente su farmacia ya que anteriormente alquilaba a la familia Somoza y luego Papaterra el local.
En ese momento el presidente del club Alumni era el Sr. Ernesto Eguren, quien firma la escritura de venta de la propiedad como vendedor en representación de la entidad, y mi padre como comprador, sin imaginarse que con el pasar de los años, sus hijos, Carlos y yo contraeríamos matrimonio forjando un hogar en ese lugar, donde sus nietas Mariana y Juliana Eguren crecerían felices.
Hoy papá y mamá descansan en paz en el cementerio del pueblo que ellos eligieron, "su lugar en el mundo".
Ana Sonia Constantinesco
Argentina les supo brindar aquello que los soviéticos les quitaron, su libertad de acción. Debido a su afán por el estudio y el progreso, papá aprendió rápidamente el castellano, y rindió libre los cinco años de la secundaria en el colegio Mariano Moreno, de Buenos Aires, en dos años y dos meses para luego ingresar en la facultad de Farmacia de la UBA. Mientras preparaba y rendía los exámenes contrajo enlace con mamá, Francesca Patachiuta también inmigrante en la Argentina, nacida en Rumania de origen griego. Para poder seguir estudiando debió hacer grandes sacrificios, puesto que su sentido de la dignidad le impedía solicitar ayuda a su padre. Su lema era: cualquier trabajo decente y remunerador, en cantidad suficiente para que no faltara lo necesario en su hogar. Era bueno ajustándose a los horarios que la facultad le exigía. Todo ese sacrificio y dedicación, le permitieron obtener su anhelado título de farmacéutico.
Una vez lograda la meta, papá aspiraba a una formación y mejor calidad de vida para su familia.
La elección llegó un día haciendo los trámites de su título en la universidad leyendo un pequeño cartel perdido entre otros tantos diciendo:
" ORENSE, PARTIDO DE TRES ARROYOS, PROVINCIA DE BUENOS AIRES
NECESITA FARMACÉUTICO"
y hacía allí se dirigió. Recuerda que era pleno invierno del año 1965, y llovía torrencialmente cuando llegó a Tres Arroyos. El señor Alberto Beguerie, baqueano en el manejo, lo trasladó hasta Orense por un camino barroso. El pueblito tenía la luz cortada debido a la gran tormenta. Se hospedó en el Hotel Colón, en ese entonces propiedad del Sr. Fadón. A la mañana siguiente salió el sol para recibirlo. Pronto descubrió su fascinación por esa Pampa tan nombrada en su lejana Europa, cuyas llanuras asombrosas ejercieron una notable atracción sobre él.
Decidió que ese iba a ser el lugar para instalar su primera farmacia. Tan pronto como pudo trajo a su familia, mamá, mi hermano Esteban de 1 año y yo de 8, y atrás nuestro, el camión de la mudanza del Sr. Valdez desde Buenos Aires.
Además del ejercicio de su profesión farmacéutica, se dedicó a los análisis clínicos ya que en el pueblo no había laboratorio y en ese entonces la ley autorizaba hacerlos a los farmacéuticos, creando así un libro con los grupos sanguíneos de los habitantes de aquí.
También ejerció la docencia desde el año 1968, desempeñándose en primer lugar como profesor de Francés, luego de Física y finalmente en Química.
En el año 1970 decide comprar al Club Alumni el local donde funcionaba la oficina de la gran rifa ¨LA NEGRITA DE LA SUERTE´´, para instalar allí definitivamente su farmacia ya que anteriormente alquilaba a la familia Somoza y luego Papaterra el local.
En ese momento el presidente del club Alumni era el Sr. Ernesto Eguren, quien firma la escritura de venta de la propiedad como vendedor en representación de la entidad, y mi padre como comprador, sin imaginarse que con el pasar de los años, sus hijos, Carlos y yo contraeríamos matrimonio forjando un hogar en ese lugar, donde sus nietas Mariana y Juliana Eguren crecerían felices.
Hoy papá y mamá descansan en paz en el cementerio del pueblo que ellos eligieron, "su lugar en el mundo".
Ana Sonia Constantinesco
Excelente historia,muy bien narrada !!
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