Mis padres, Helga Cristiansen y Martín
Jensen, fueron unos de los tantos que dejaron su país natal
buscando otros horizontes debido a la crisis que había en Europa, en
esos años. Su idea era ir a Canadá, así fue que se casaron el 22
de Octubre de 1922 en Dinamarca, con 21 y 27 años respectivamente, y
viajaron en tren a Hamburgo, ciudad en la que se decidió el destino
del viaje, porque allí fue más fácil hacer los trámites para
viajar a la Argentina. Estuvieron embarcados alrededor de un mes .
Debido al largo viaje mamá llevó un bordado, y bordó un hermoso
mantel blanco que todavía se usa en el altar, en las misas luteranas
de la zona.
Al llegar a Buenos Aires, fueron al
hotel de inmigrantes y compraron un pasaje en tren a Tres Arroyos.
Bajaron ahí sin saber qué hacer, no sabían nada del idioma. Por
suerte llegó un hombre danés que les ofreció una fonda, y al día
siguiente el dueño les ofreció trabajo: “preciso una cocinera y
un peón”.
No fue nada fácil parta mamá cocinar
para 35, acostumbrada a comer un pedacito de carne dos veces por
semana, ahí había que cortar de una res y mucha cantidad para cada
uno. Papá fue peón de patio.
Estuvieron unos 3 o 4 años y después
fueron de encargados a un campo cerca de Bellocq, donde posiblemente
papá ayudó a plantar el monte.
Pasados unos años se enteraron que
Sáenz Rosas quería empezar agricultura y arrendaron unas 200
hectáreas, no había más que grandes pajonales pamperos que había
que quemar lo mejor que se podía, y al arar se atoraba el arado y la
rastra con las raíces, y era una lucha y sacrificio acondicionar
esa tierra.
Posborg, el primer patrón, les prestó
unos caballos, algunas herramientas, no se si tenían casilla propia,
pero había que hacer todo lo demás: galpón, alambrados, corrales,
pozo de agua, plantar árboles. Las compras se hacían en Orense.
Luego de 10 años de trabajo vino el
desalojo de los arrendatarios y tuvieron que mudarse otra vez ,
desarmar todo, ir a otro campo sin nada y comenzar todo de nuevo, el
contrato era por dos años renovables. Estuvieron doce años hasta
que se loteó la Colonia Rivadavia, quedando con la mitad del campo;
ahí nací y viví hasta que me casé en 1964 y vine a vivir a
Orense.
La casa quedó en una esquina del
campo, ahora había que pensar otra vez en mudarse, esta vez al
centro del campo, con la diferencia que eran propietarios y se pudo
hacer la primera casa de ladrillos con piso.
Ahí también se plantó cantidad de
árboles, muchos frutales, uva inglesa, arbustos y mamá hizo un gran
y hermoso jardín de infinita variedad de flores, siempre había
flores, muchas, siempre regalaba ramos; era tan gratificante caminar
entre los canteros de narcisos, rosales, tulipanes, violetas,
arvejillas, flox portulacas y muchas más. En el living-comedor
también había muchas de interior.
Se festejaban los cumpleaños y se
hacía misas en danés. Mientras mis padres vivían, los dueños de
casa preparaban todo, no faltaba nada. Mamá también daba escuelita
bíblica y catecismo en danés, después lo seguí yo en castellano.
Mamá nos hacía la mayor parte de la
ropa, cosía, tejía, bordaba. Ordeñábamos y se hacía manteca,
crema, queso y en verano la leche cuajada (yogurt natural). Se molía
a mano el trigo y se hacía el rico pan negro (integral). También se
hacía huerta y dulces para todo el año. Se faenaban cerdos, se
criaban gallinas, pavos, patos, gansos y se hacían los plumones.
Había vacas, caballos y ovejas y se
cultivaba el campo.
Su gran fe en Dios les ayudó a
sobrellevar tantas dificultades y trabajos arduos sin quejarse.
Alcanzaron a vivir 11 años en la casa
nueva, cuando partieron de este mundo en el año 1965 con 6 meses de
diferencia.
Helga y Martín tuvieron siete hijos: David que falleció a los pocos días, Ruth, Rolando, Svend, Benito, Irene y Marta.
Helga y Martín tuvieron siete hijos: David que falleció a los pocos días, Ruth, Rolando, Svend, Benito, Irene y Marta.
Marta Jensen
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