Hay
una frase que reza: “No
es porque las cosas son difíciles que no nos atrevemos. Es
porque no nos atrevemos que son difíciles.” Ese fue y será
siempre el desafío. Atreverse. Animarse. Y... ellas se animaron.
Orense.
Década del 70, un grupo de señoras se juntaron, no por un hecho
fortuito sino porque se buscaron. Se eligieron. Decididas a enfrentar
un desafío factible: “Ayudar
a la comunidad”. Formaron la Liga de Beneficencia, y en ella
volcaron el alma y el corazón.
Muchas
veces las circunstancias, las necesidades y elecciones sitúan a las
personas en roles diferentes. Las adversidades, las dificultades
forman parte de la vida. Están para despertarnos. Muchos las
enfrentan, unos las ignoran. Otros les temen.
Algunos
ante la desesperanza dejan todo en manos del destino olvidándose de
su capacidad de ser proactivos. Otros se ven superados perdiendo una
necesidad humana básica que es el sentimiento de permanencia; y
otros muchos, ante la asimetría con que cada uno juzga la cadena
de obstáculos, pasa por una entramada de
crisis
de valores, ideales y deseos.
Pero
en toda cadena se debe buscar algún eslabón diferenciado. Ese fue
y ese es la Liga de Beneficencia. Porque siempre supieron que la
solidaridad es mucho más que una actitud de desapego, que no hay que
comparar las diferencias sino los parecidos, y que intentando lo
imposible es como se alcanza lo posible.
Se
llamaban, se reunían, pasaban horas organizando eventos,
recorriendo la localidad, se abroquelaban pero no cesaban en sus
intentos de gestión porque sabían que el fin requería de ir
sumando voluntades. Fueron muchas, hoy son menos, pero con los mismos
principios y valores referentes de su esencia.
Orense
las siente y Orense las ve, desde hace años luchar con
perseverancia, con paciencia, con coraje, conscientes de la
pertinente importancia de ser constantes. Cada logro alcanzado son
gratificaciones que atesoran en sus almas, pero también son
grageas
de esperanza y entusiasmo para cada nuevo reto… Uno más… y son
tantos...
Orense
las encuentra con su impronta en el anuario que nos marca el tiempo
desde la plaza, y también en el arado de reja que simboliza el
trabajo rural en la fertilidad latente de la tierra. Pequeños
muestrarios físicos que hacen que el tiempo no fagocite la memoria.
Pero
están aun más presentes en cada gesto de nobleza, en cada
compromiso genuino asumido con dignidad, en la entrega de sus
tiempos, en enseñar que no hay que ser anodinos en sueños, en que
cada obstáculo representa una oportunidad de lucha para mejorar una
condición, y en que todos necesitamos del otro.
Ellas
, las señoras de la Liga, supieron y saben de ejemplos.
María
Claudia González Boedo
17
de Junio de 2013.
Homenaje
a Berta Boedo, a las señoras de la Liga que ya no están, y a las
que siguen estando porque fueron y son protagonistas de esta
historia de amistad y de servicio.
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