Orense, qué recuerdos tan lindos de mi
infancia. El colegio estatal (en el cual estuve solamente un año).
La maestra era muy dulce, pero altísima. Con ella hicimos una
coreografía de “La vaca estudiosa” de María Elena Walsh.
El Colegio de monjas San José. La boca
de lobo (sección las quintas), el club donde practicábamos patín.
Su hermosa playa, los viajes a ella en colectivo. La abuela Zelma, la
abuela Olivia (mi madrina de confirmación). Mis compañeros de
colegio (de los cuales me olvidaré algunos): Lucrecia Alí, Kelita
Fernández, Iris Goicoechea, Andrea Re, Fabián Debesa, Pablo
Eguren...
Recuerdo dos maestras: la Señorita
Iris, con quien para la velada de fin de año hicimos de
espantapájaros, y cortamos la paja vizcachera del disfraz, del
ferrocarril; y la señorita Teresita, que dibujaba tan lindo y tenía
una letra tan hermosa que todos la queríamos imitar. Con ella
intervinimos en un conurso de dibujo de cuentos (La hormiguita
viajera, y Platero y yo).
Estudié piano con la hermana Estefanía
(directora del colegio San José) que decía que yo era muy dura para
bailar Pericón. Con ella a fin de año, para la Velada, tocábamos
piano en público, qué nervios.
Quiero escribir tantas cosas que
ocuparía todo el libro. Llegué a este pueblo por un traslado de mi
padre (empleado de Entel), Ramón Cernadas.
Quisiera haberme quedado pero la vida
me llevó por otros rumbos: Villa Iris, donde vivo actualmente, y
donde este fin de semana me ha visitado uno de ustedes: Osvaldo
Lanusse y familia (compañero de mi hermano).
La “escuelita” en la casa de Lucky,
la calesita del cole, la preparación de la habitación para la
llegada del obispo (para mí confirmación). Estos son alguno de mis
recuerdos.
De Mónica Cernadas
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