Todos compartimos la idea de la
importancia que la educación tiene en el desarrollo de la vida de las personas,
y de las sociedades en su conjunto. Pero también sabemos que no ha sido fácil
en nuestro país posibilitar la entrada de todos a la escuela, democratizando
las aulas y el acceso al conocimiento. Más bien fue una dura lucha conseguir
que la Escuela Primaria llegase a cada una de las ciudades y a cada uno de los pueblos del
territorio. Y realmente fue un logro de toda la sociedad y de las clases dirigentes, que tuvieron la convicción de que la Nación
Argentina se construiría sobre la base de la educación, y que ella nos llevaría
al progreso.
Este proceso incluyó también a
Orense, que poco a poco tuvo escuelas primarias para cubrir las necesidades de
todas las familias que vivían en la localidad. Pero no ocurrió lo mismo con la
educación secundaria, que llegó preferentemente a los centros urbanos más
poblados.
Esto generó entonces la necesidad de
que fuera el propio pueblo el gestor del Colegio Secundario. Pueblo con
iniciativa de crecimiento, pueblo comprometido con los otros, Orense mostró en
ésta -así como en otras circunstancias- su capacidad para organizarse y
trabajar por objetivos que mejorarían la calidad de vida de todos. Y lo que es
digno de recordar, y a la vez de hacer
un reconocimiento, es que el Colegio Secundario
- así como muchas de las obras más importantes de Orense- fue el fruto
de una empresa colectiva. De muchos que alinearon sus esfuerzos para que este
anhelo se convirtiese en realidad.
Un grupo de vecinos se pone en marcha tras
este objetivo. En el libro del Cincuentenario se transcribe la carta elevada
con la petición a las autoridades
educativas del Ministerio de Educación de la Nación, fechada el 8 de setiembre
de 1953 y firmada por Nélida Vidal de Baglione, Zulema Soler de Baglione, Dr.
Julio Granoni y Adalberto Cantalupi. En la misma explican que ya hay en Orense -población
de alrededor de 3000 habitantes- dos
escuelas primarias de las que egresan anualmente sesenta alumnos. Pero los que
deciden continuar estudios deben trasladarse a otras localidades porque no hay
en el pueblo Colegio Secundario. No obstante dicen, muy pocos pueden hacerlo,
pues la mayoría es gente de trabajo que no cuenta con los medios necesarios para
tal empresa, y ocurre entonces que son muchos los niños que no pueden continuar
con su educación. Además, la ciudad de Tres Arroyos, cabecera del Partido, se
encuentra a 60 kilómetros de distancia, con malos caminos y medios de transporte irregulares, lo que hace
imposible un viaje diario.
Obtenida la autorización y realizadas
las gestiones posteriores, logran que el 1° de abril del año 1955 comience a
funcionar el Colegio Secundario, en el edificio de la Escuela N° 17. El Dr.
Julio Granoni fue el primer Director, a la cabeza de un grupo de docentes , que
trabajó ad-honorem durante algunos años, haciéndose cargo de las distintas
cátedras para que pudiera desarrollarse la tarea educativa: Nélida Vidal de
Baglione, Zulema Soler de Baglione, Nélida Edith Meo Guzmán, Gladys P. de
González, Miriam Lidia Marcos, Nancy Vuirli, Raquel Vassolo de Loydi, Edna M.
de Granoni, y los Sres Adalberto Cantalupi y Carlos Priuli. Algunos otros
docentes se sumaron en los años subsiguientes, y continuaron brindando su trabajo
gratuitamente hasta que llegó la subvención estatal.
Cabe destacar que el Instituto
Privado Gral. José de San Martín, nombre del Colegio Secundario, funcionó desde
su inicio -y hasta la actualidad- bajo la órbita de la Asociación de Fomento de Orense, responsable
del mismo, ya que surge como Colegio privado. Es privado porque el Estado no
llegaba a los pueblos pequeños con este tipo de institución de nivel medio,
nivel educativo pensado con un sentido más restringido y no obligatorio para todos.
La iniciativa nacía desde los privados, que asumían responsabilidades y
trabajos para el logro de beneficios comunes, y que luego sí interpelaban al
Estado solicitando recursos y fondos, pero no lo exigían todo de él. Se trataba
de un modo de concebir el compromiso de cada uno con las cuestiones comunes y públicas,
consideradas del interés de todos.
Lograda la puesta en funcionamiento del
Colegio había que pensar en el edificio
propio. Pero una inversión de tal envergadura no era tarea sencilla de lograr.
La Asociación de Fomento entonces decide liderar con fuerza el proceso para su construcción, en un terreno
público ubicado en la Avenida San Martín, la más importante del pueblo. Para
tal fin elaboraron una estrategia pensando en varios frentes, que les permitiese
conseguir los fondos suficientes. Nuestro padre era el secretario de esa
institución y le tocó ser parte de esos hechos. Muchas veces escuchamos este
relato en la mesa familiar, en el que siempre resaltaba la solidaridad y la
generosidad de tantos, que se sumaron
silenciosamente, y que permitieron correr la frontera de lo posible.
Por un lado recorrieron los campos de la
zona, explicando la importancia de esta obra para el pueblo, y la trascendencia
de la educación en la formación de los jóvenes. Y muchos productores extendieron su mano para ayudar, incluso algunos de ellos
con cifras verdaderamente importantes para el impulso de la misma. Los
comerciantes del pueblo también colaboraron. Y por supuesto se acercaron a la Municipalidad,
que aportó lo suyo. La construcción en sí también la encaró un vecino de
Orense, Don Victorio Vuirli , y para las
necesidades del interior del Colegio, mobiliario escolar y demás útiles, se
conformó una Comisión de Padres.
A todo
esto se suma un dato realmente significativo, que fue el aporte económico del
entonces gobierno militar, encabezado por el Gral. Juan Carlos Onganía. Al
mismo elevaron una nota pidiendo fondos, y tuvieron respuesta: fueron convocados
a Buenos Aires. Hasta allí viajaron entonces
nuestro padre y Don Pedro Alí,
presidente de la Asociación, con gran expectativa. Esperaron un largo
tiempo en los pasillos de un Ministerio, junto a otros grupos de personas,
representantes de tantas organizaciones intermedias del interior del país,
cuando en voz alta y fuerte los llaman, como representantes de Orense, y les
entregan un cheque para la construcción del edificio. Unos momentos después,
cuando pueden leer la cifra del mismo,
la sorpresa fue mucha: ¡se trataba de una cifra millonaria! Esto les permitió afrontar gran parte de la obra y
solucionar muchos problemas.
Y finalmente llegó el gran día: el 28 de mayo
de 1968 fue el primer día de clases en el edificio propio del Instituto San Martín. Los alumnos que protagonizaron ese
momento todavía lo recuerdan con emoción. Recorrieron el trayecto, dejando
atrás la Escuela N° 17, para trasladarse esa mañana al nuevo Colegio , y
estrenar sus aulas, sus pasillos luminosos y su patio. Se trataba de un hermoso
edificio , con excelentes condiciones para el dictado de clases. Amado edificio
por cierto, todavía más valorado porque todos juntos lo habían logrado.
El Colegio fue el producto de la visión de
los vecinos del pueblo, que tuvieron clara esta necesidad y proyectaron más educación para sus
jóvenes, pensando en un mejor futuro
para quienes tuviesen ansias de superación. En todas estas acciones humanas
vamos viendo cómo se entrelazan las intenciones y los esfuerzos como los
eslabones de una cadena. Cómo docentes, productores, comerciantes, miembros de
la Asociación de Fomento, integrantes de las demás instituciones de Orense,
familias y vecinos en general, no dudaron en dar y trabajar generosamente para
que el Colegio pudiera establecerse en
el pueblo. Y a esta fuerza inicial se sumó luego el aporte de lo público, a
través de las autoridades nacionales, provinciales y municipales, que otorgaron
fondos y realizaron las gestiones pertinentes para facilitar el logro del
proyecto.
Podemos rescatar de estos acontecimientos la
diferencia que marca el individuo, lo determinante que resulta el gesto, y la
actitud que asume cada persona por su comunidad. Sumado a esto, el valor del trabajo de las instituciones, un
valor que siempre permanece vigente. Seguramente podrá servir a las nuevas
generaciones como motor de otros anhelos y de otros sueños, sabiendo que es
posible trabajar en conjunto y que las cosas se hagan.
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