Cuando entré al teléfono
del Estado fue en 1957. El sistema que utilizábamos era el primitivo, teníamos
que dar vuelta una manijita para poder
llamar al abonado. Teníamos tres líneas con Tres Arroyos y una con San
Francisco de Bellocq. Estábamos ubicados en la diagonal frente al monumento a
la madre propiedad de la familia González, dueños de La Palma.
Ahí estuvimos hasta el año
mil novecientos setenta y dos, fecha en que nos trasladamos al edificio del
señor Abel Somoza, sito en avenida San Marín sin número. Cuando pasamos a dicho
edificio La Central
cambió de categoría y la firma ya pertenecía a Entel Argentina, hasta mil
novecientos noventa, año en que me retiré y pasó a Telefónica, con todos los
adelantos que conocemos.
Contaré a continuación algunas anécdotas
chistosas que nos ocurrieron durante nuestro trabajo, respetando la privacidad
de las personas involucradas no haré nombres.
En cierta ocasión estando de jefe en mi
oficina y una sola operadora, trabajando en el conmutador, tengo que aclarar
aquí que los operadores podían supervisar cualquier llamada sin, por supuesto,
divulgarla. Como dije las únicas personas que estábamos en la oficina era una
operadora y yo. De repente escucho un chau, entonces levanto la vista y
pregunto: ¿llegó alguién?..-no había llegado nadie—estaba tan concentrada
supervisando que cuando terminó la conversación que tenían los abonados ella
también se despidió.
Otra anécdota es la siguiente: había un operador
que era muy bromista y en la vieja oficina teníamos un fuelle tipo fragua, de
esos que se usaban en las herrerías, lo utilizábamos para sacar el polvo del
conmutador y hacía un ruido bárbaro. ¿Qué hace este señor? Se ubica detrás de
la puerta, y cuando entra la operadora hace sonar el mismo. Ella se da un gran
susto.
Otra anécdota: a este operador teníamos que
darle un escarmiento, ya estábamos en el nuevo edificio, pero trabajando
todavía con el viejo conmutador. Este operador toma servicio y, como era tan
inquieto, sabía que algo se le ocurriría. Le dije que no fuera a tocar nada de
la parte de atrás del equipo. Después que entregó a la operadora lo llamé y le
dije: Che ¿anduviste tocando el equipo?-y me responde: no nada ¿por qué?—le
contesté: tuve que llamar a Tres Arroyos porque estuvimos incomunicados, ahora
viene el Jefe y preguntó quién estaba de servicio, entonces le di tu nombre.
Así lo tuve todo el día hasta que le dije que había sido una broma.
Hermindo
Timoteo Ferreyra
Prontuario
número: 74175/1
Jefe de
Central de Orense
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