En la vida
de los pueblos, hay muchas personas cuyas acciones destacadas hacen que sean
imborrables sus nombres y sus recuerdos. Pocos habitantes, pero grandes y
numerosas acciones que al no quedar en el olvido, potencian a las nuevas
generaciones a emular, desde otros contextos quizá, ese sentir ciudadano con
renovadas acciones de solidaridad, respeto y... ¿por qué no? ambiciones
compartidas. Acciones dirigidas hacia una comunidad en la que, gracias a
esas actitudes desinteresadas, hay ejemplos de vida que evitan la
delincuencia y la inseguridad que están instaladas y proliferan en las grandes
ciudades.
Aquí y
con gran afecto, surge la figura de Omar Martínez (nunca lo llamé por su seudónimo
y creo que eso le gustaba), pues con el tiempo fueron surgiendo instituciones
en las que se involucró y luchó "con garra leonina" por hacer crecer
al pueblo y conseguir lo que hoy lo "viste".
Siempre
he sentido que a las personas como Omar hay que expresarles "en
vida" que transitan ese camino, no siempre reconocido por sus pares, pero
continuado "sin prisa y sin pausa" y calladamente hacia venturosos
logros.
Quizá
hoy, desde algún lugar, pueda sentir que las obras están, como él, en
nuestros corazones. No menciono esas obras porque ya lo hizo otro orensano
agradecido como lo leen a continuación: hablar
de Rubén O. Martínez es mencionar a un hombre luchador y emprendedor que se
hizo de abajo.
Trabajó con Lorenzo de la Mata,
en los remates, de mozo, viajando a los campos de la zona, vendiendo mercadería
de almacén, etcétera. Hasta que se afinco en la concesión del Club Orense,
además, tuvo su emprendimiento hotelero en el Balneario Orense, siempre con la
ayuda de su familia.
Siempre tuvo inquietud por los
asuntos de la comunidad, participando en distintas comisiones, integrando la
comisión de bomberos voluntarios de Orense, la Asociación de Fomento Villa
Balneario Orense, la Asociación de Padres del Instituto San Martín, la Asociación
de Fomento de Orense, representante de Orense en el foro de seguridad en Tres
Arroyos, fue delegado de Alumni en la liga de fútbol de Tres Arroyos, fue uno
de los fundadores de la peña “El Anillo”, y siempre estuvo colaborando en todo
lo que estaba a su alcance, hasta en un comedor de niños, de la ciudad de Tres
Arroyos. Fue un referente que pretendía lo mejor para el pueblo y su gente. Participó
de muy joven en J.E.P.O. (junta entusiasta del pueblo de Orense), en esos
impulsos de “locura juvenil" cuando fuimos a la primera fiesta del trigo
en la ciudad de Tres Arroyos en el año 1968, llevando una carroza alegórica
(era uno de los promotores de las carrozas), que armamos en el salón del Club
Orense, con la colaboración de Coco Elvira, el concesionario por ese entonces,
y una candidata a reina: Mirta Exler. Con el J.E.P.O. realizamos bailes,
festivales, y con la recaudación adquirimos y armamos los juegos infantiles de
la plaza principal del pueblo, con la colaboración de Pocho Della Malva.
Su pasión, el automovilismo, era el pequeño lujo que se
daba de vez en cuando yendo a una carrera de TC o cualquier categoría que tuviera
el rugir de los motores. Siempre organizando alguna cena con Eduardo Marcos, Johnny
de Benedictis o algún otro corredor, acercándolos así, a la comunidad de Orense para aquel que
le agradara ese deporte.
Fue muy detallista en lo que hacía.
Era de carácter algo impulsivo, fuerte, pero honesto y voluntario. Muy aferrado
a su trabajo, pero con el tiempo suficiente para dedicarlo a su familia y a la
comunidad. Sin duda se fue un referente de Orense, que aún tenía mucho para dar
de sí, y hoy seguro sería uno más, de los fomentistas del centenario de su
pueblo.
Quiero dejar expresado lo
que dejó: el sentir más profundo de rendir homenaje, reconocer esfuerzos, de
apoyar procederes. Toda una lección de vida. Seguramente Omar y quienes fuimos testigos
de sus esfuerzos, desearíamos que las generaciones siguientes sigan la senda
del trabajo, por ellos y por la comunidad.
Orensanos que valoraron el trabajo de Omar
Lucía García
con la colaboración de Graciela Dicarolis y José Keergaard
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